En estos cuentos, hay escenas que se repiten. A veces de forma tan sutil que da la impresión de que entre una historia y otra hay cierta continuidad. Como que en algún punto, aquello que se creía terminado renace en otro texto.
El primero de los cuentos, que da título al trabajo, Una felicidad repulsiva, atrapa desde el principio. Pasan los años y un joven no deja de obsesionarse por una familia ideal. Hasta que la historia tiene un giro abrupto e inesperado.
El siguiente es uno de los sus diálogos:
- "¿Pero de verdad papá pensás que no puede haber alguien totalmente feliz?
Mi padre pareció dudar, trató de recordar su tono irónico de siempre y me apuntó con un dedo.
- Si quieres ser feliz, como me dices, no analices, muchacho, no analices".
En el I Ching y el hombre de los papeles abunda el dolor. Pero también, y lo que podría ser peor, la desesperación. Lo que toda niña debe ver encierra una de esas historias en que desde el principio se describe ese tipo de situaciones en las que los hechos se tornan cada vez más insólitos. Déja vu, los reinos de la posición horizontal es tal vez uno de los mejores relatos. Se mezclan el sexo, los sueños, la enfermedad y -otra vez- el padre. Pero algo que vuelve a repetirse es la imagen de alguien que duerme sentado. "Tiene que ver con mi papá, que en la etapa final de su vida debía dormir sentado muchas veces. Y yo también, de chico, por el asma", dirá el autor durante el reportaje con LA GACETA Literaria. Unos ojos fatigados es directamente un relato fantástico que antecede a Un gato muerto, donde la incertidumbre acapara la atención del lector desde la primera línea. Los personajes se entremezclan a medida que crece el misterio hasta llegar a un punto alto, en el que se mantiene, para caer en un abrupto pero genial final. El sumidero de Dios es corto, pero no por eso menor.
En El peluquero vendrá recién en la última línea se sabrá de quién se trata. Aquí aparece nuevamente la imagen de la peluquería, un escenario recurrente en los relatos de Martínez. "Tres peluquerías hay en mis libros. Infierno grande, La timidez invencible del profesor Pipkin y éste. No sé bien por qué. La peluquería es un lugar interesante desde el punto de vista filosófico. Porque hay cierta separación del tiempo. Uno se mira en un espejo distinto al de su casa. En tu casa, al mirarte siempre en el mismo espejo, no se perciben los cambios. Pero sí en un espejo de peluquería, que es más revelador. Me ha pasado. Es como un momento de confrontación", analizará en la entrevista.
"Es el tema de la inminencia, de algo que en algún momento se va a disparar. Es lo que llamo la fuerza de los débiles. Ese cuento surgió de algo que me contaron. Apenas me lo contaron pensé 'esto es un cuento'. Lo que quería dejar como interesante es que el hermano menor se encuentra, de repente, con una defensa devastadora que en algún momento utilizará", describe sobre el fenomenal El secreto.
En Help me! dan ganas de decirle al protagonista que no, que no se meta donde se va a meter. Pero, por el contrario, uno se convierte en apenas un mudo testigo de hechos que se precipitan.
Queda para el final Una madre protectora, un cuento largo que refleja las injusticias que se repiten cada vez más en nuestra sociedad. Una mujer se "adueña" de su hijo mientras un padre se desespera por verlo. Hay un primer desenlace. Fatal. Pero luego llega otro cierre. Así, esta historia se convierte en un broche de oro para este gran trabajo de Guillermo Martínez.
© LA GACETA
Alejandro Duchin